Cuando nos enteramos que en algún lugar del planeta, se atenta contra la libertad de prensa, sentimos intuitivamente que en ese lugar se gesta alguna forma de gobierno antidemocrático, que se inicia precisamente con la mordaza, silenciando lo que no les conviene que el pueblo y el mundo se enteren. Ahora, aquí en nuestro Perú, de la marinera, el pisco, la gastronomía y el despegue económico, algún iluminado reaccionario pretende que jamás hablemos de los miles de muertos, justos y pecadores, de la época del senderismo. O sea, la estolidez de tapar el sol con un dedo. Eso no es ni será nunca libertad de prensa, de expresión, ni de opinión.
En el caso peruano, hay mucho que hablar e investigar, empezando por los mártires de Uchuraccay y por la responsabilidad que tienen (personajes que aún están vivos), por los más de 70 mil muertos de ese nefasto periodo, principalmente Alan García y el Fujimorismo. Ellos son los directos interesados del negacionismo, es decir, hablamos específicamente de gobernantes anteriores y por supuesto, de los dueños del Perú.
Así que dejémonos de jugar a la ingenuidad y hablemos claro. La Ley de negacionismo tiene su origen en el ejecutivo porque también el hoy Presidente de nuestro país tiene un pasado oscuro en esa época, como militar, en el caso Madre Mía y sabe Dios en qué otro lugar.
“Veritas vos Liberabit” dice la sentencia que se puede aplicar en esta situación: Sólo la verdad os hará libres.