Por: Mesías Guevara Amasifuen
Uno de los elementos imprescindibles para la vida es el agua. En Lima, el principal proveedor de este líquido vital es el rio Rímac. La ciudad capital del Perú alberga aproximadamente 8 millones de personas, quienes atienden el 80% de su consumo con proveídos proporcionados por el “Rio Hablador” que eso querría decir rimac en idioma quechua. En promedio, las personas consumen entre 60 y 80 litros de agua por día.
Lima fue fundada y construida a orillas del rio, para calmar la sed de sus habitantes y garantizar una disponibilidad permanente de agua. La madre naturaleza ha sido pródiga con Lima; sin embargo, la respuesta humana no ha sido recíproca, es difícil explicarse el maltrato de ha sido objeto el rio. Tampoco se hace fácil asimilar la indiferencia de la población y de sus autoridades ante la magnitud de lo que acontece.
Los habitantes de Lima saben que su principal fuente de agua es el rio Rímac, pero desconocen que éste está expuesto a una grave e irracional contaminación. Según manifiestan las autoridades que tienen la misión de observar la calidad y disponibilidad del agua, como son: la Autoridad Nacional del Agua (ANA), el Ministerio del Ambiente, la Digesa y el Indeci, hay identificados “77 vertimientos en la cuenca del Rímac, 10 de tipo minero, 28 industrial y 39 doméstico, así como 91 botaderos de basura”.
La ANA, manifiesta que una de las principales causas de contaminación del río Rímac es el derrame de relaves mineros, los 10 vertimientos que existen en su cauce arrojan 772,44 litros por segundo con desechos muy tóxicos, haciendo un total de aproximadamente 24 millones de metros cúbicos al año.
Sedapal ha identificado en la cuenca del Rio Rímac los siguientes problemas:
§ Contaminación por el arrojo de basuras y otros desperdicios. Situación que demanda mayor uso de reactivos químicos, y conduce a un incremento en los costos de tratamiento del agua.
§ Falta de coordinación entre las autoridades competentes, para consolidar una gestión y Control de la calidad, y asegurar un respeto y observancia de los límites máximos permisibles.
§ Persistencia de los conflictos sobre el uso del agua, fundamentalmente en lo concerniente a las prioridades previstas social y normativamente.
§ Contaminación por metales pesados y otras sustancias tóxicas, cancerígenas y teratogénicas.
§ Vertimientos contaminantes de origen industrial y doméstico sobre el rio Huaycoloro, cuyo impacto sobre el Rímac es severo.
§ Presencia de aguas ácidas en la parte alta de la cuenca del Rio Rímac, provenientes de la actividad minera que vierte sus residuos sólidos y desechos en general sin miramiento ni tratamiento previo.
Además de lo mencionado, algunas empresas mineras tienen sus canchas de relave muy cerca a las márgenes del Rio. Este es el caso del cerro Tamboraque que alberga aproximadamente 600 mil toneladas de relave. Según el ingeniero Oscar Cáceres, experto en temas ambientales, el peligro de este almacenamiento no se limita al problema ambiental o de contaminación sino que constituye un alto riesgo ante un eventual desastre natural. Tal afirmación, responde a la evaluación de riesgos ante un eventual derrumbe del cerro Tamboraque sobre el rio Rímac. Si esto ocurriera se formaría un dique de 100 m. de alto y 300 m. de largo, que daría lugar al represamiento de 40 millones de metros cúbicos de agua. La fuerza del agua rompería el dique y produciría un aluvión sin precedentes en la historia de nuestro país, trayendo muerte y desolación en el histórico valle de Lima.
Urge que tomemos acción inmediata, no solo para descontaminar el rio, sino también para protegernos de un eventual desastre. El trabajo sinérgico entre Sedapal, Digesa, ANA, INDECI, Ministerio del ambiente, Ministerio de la producción, es imperativo. Los requerimientos presupuestales de Sedapal para potabilizar el agua se incrementan en 18 millones cada año, siendo así, es necesario fortalecer el control y la fiscalización para evitar que las empresas mineras e industriales sigan vertiendo al río sus efluentes contaminados.
Cuidar el agua con pulcritud, es cuidar el ambiente y, en especial, la salud de quienes la beben. Por eso, salvemos el rio Rímac.